Germina en el camino del trabajo con perspectiva de género

El año 2019 Germina inició la implementación de un proyecto transversal a nivel de entidad centrado en la perspectiva de género. No veníamos de cero, ya hacía tiempo que entre los equipos había un rumor, una necesidad de afinar mejor el análisis que hacemos de la realidad que nos encontramos para intervenir, ya sea con los niños, jóvenes y familias como en nuestra manera de trabajar en equipo.

Este trozo de camino de Germina no es casual y va directamente ligado a los pasos que la sociedad ha ido haciendo empujada por el movimiento feminista, que tienen impacto en diferentes ámbitos, incluyendo el de la intervención socioeducativa.
La educación en perspectiva feminista se centra en una gran variedad de ámbitos: la identificación y el abordaje de la violencia machista, la visibilización y valorización de la aportación de las mujeres a la sociedad, el apoderamiento, la visibilización de los colectivos LGTBIQ+ y de la diversidad afectivo-sexual, la corresponsabilidad en las curas, la resignificación de los roles y estereotipos asociados a cada género, etc.

Para trabajar todos estos ámbitos, para nosotros es imprescindible hacerlo tomando conciencia desde dónde partimos, y tener en cuenta que en este mundo desigual lo que significa crecer y socializarse como mujer puede ser muy diferente dependiente de tu contexto. No es lo mismo crecer y socializarse como niña y mujer cuando el futuro es incierto porque mañana tu familia puede ser desahuciada, cuando el dinero no es suficiente, cuando has migrado o no tienes red de apoyo. Nos hace falta, pues, reconocer los diversos ejes de desigualdad que nos atraviesan y entender cómo operan de manera interseccional con el género y con la orientación sexual de cada cual.

También hacerlo teniendo en cuenta el momento social, actualmente complejo, donde los valores y adelantos empujados gracias al feminismo se encuentran con topes de resistencia, especialmente entre los hombres jóvenes. Algunos por «no sentirse interpelados», otros alimentados por discursos abiertamente misóginos o de odio, que utilizan las redes como altavoz.

Si el 8 de marzo tiene un sentido, es el de pararse por un instante, analizar, formarnos, reflexionar, hacer balance, dar espacio al trabajo que hacemos, hacer autocrítica y, sobre todo, coger fuerzas para continuar poniendo cada día nuestro grano de arena al dar respuesta a los nuevos retos sociales.

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