Hablar de violencia a niños y niñas

Se acerca ese día del calendario en el que ponemos sobre la mesa de forma explícita los derechos de la infancia. Y a nuestra manera, destacamos uno: “el derecho de los niños a ser bien tratados” y la línea fina en torno a este derecho en el que se mueve a menudo nuestro día a día.

¿Qué significa para un niño que «me traten bien»? Pues para empezar tener las necesidades más básicas cubiertas: alimentación, higiene, ropa adecuada y en condiciones, una vivienda digna… Y también las necesidades emocionales: ser tratados con cuidado, que sus sentimientos se respeten, también el propio ritmo… En resumen, disponer de un contexto seguro y protector. Y la teoría la tenemos muy clara.

En nuestro día a día hablamos a menudo de promover este entorno seguro, libre de violencias, vengan de donde vengan, ya se entre iguales, por parte de adultos o de la propia institución… Hablamos de prevenir el maltrato, el abuso, el acoso. Implementamos y activamos protocolos cuando es necesario, consensuamos y discutimos cómo actuar.

Sin embargo, desde la perspectiva de un niño o adolescente, prevenir el maltrato también es asegurarnos de que tenga herramientas para identificar qué le está pasando, qué le están haciendo, que pueda detectarlo a tiempo, y en el mejor de los casos, levantar la voz hacia un adulto que lo proteja. Pero para reconocer, primero debes conocer.

Debemos poder enseñar también a los niños y adolescentes qué es la violencia, que es un abuso, qué es un acoso, cuándo y en qué formas tu derecho a que te traten bien está siendo vulnerado de forma flagrante.

Y aquí es donde los adultos a veces nos acobardamos. Es tabú hablar de violencia a los niños, con la contradicción que la ven a menudo explícita en muchos sitios. En ocasiones es la intención de proteger la que nos lleva a evitar el tema, y ​​nos encontramos como resultado todo lo contrario.

Hace varios años, en una jornada sobre maltrato infantil un pediatra -eminencia y pionero en el tema en Cataluña- incluyó fotos de lesiones de distintos tipos en su ponencia. Una de las primeras preguntas de un público formado mayoritariamente por profesionales de la educación social fue sobre el derecho a la intimidad de los niños que aparecían en las fotos. La respuesta y aturdimiento del ponente fue: “siendo ustedes profesionales de este tema, ¿cómo detectarná una lesión como ésta si no han visto nunca ninguna?”.

Pues aquí pasa algo similar ¿Cómo se dará cuenta si no lo conoce? ¿Cómo lo explicará si no sabe ponerle palabras?

Y éstas son algunas de las líneas finas con las que nos encontramos: encarar nuestros propios miedos o choques de valores. Seguramente, saber que están ahí y tenerlo en cuenta nos hará avanzar hacia este derecho del niño o adolescente a sentirse bien tratado. Artículo original publicado en Social.cat

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